El paso de Truman Capote por Palamós

En varias ocasiones, Truman Capote se lamentaba a sus amistades el hecho de estar lejos de su Manhattan pero, al mismo tiempo, se enamoraba de las vistas que tenía desde su habitación en el hotel cercano a la playa, las vistas al puerto y a ese mar tan transparente que le maravillaba. Además, el bullicio de pescadores que salían de madrugada a faenar y le despertaban, también le llamaba la atención.

En varias ocasiones afirmaba que Palamós es un pueblo de pescadores con el agua de sus playas tan clara y tan azul como los ojos de una sirena. También indicaba que se despertaba tan temprano porque los pescadores le despertaban con el ruido a las 5 de la mañana..

Una vez en pie, Truman Capote siempre tenía listo un zumo de naranja en la cafetería del mismo hotel y, desde esa misma cafetería, se puso a buscar una casa de alquiler donde poder instalarse hasta que, tras unas semanas de búsqueda, se topó con la Millar, al lado de la playa de la Catifa y donde estuvo mucho tiempo trabajando con su lápiz y su pijama escribiendo. En el mismo formato, alquiler, estuvo en un chalet en una playa de Calonge y en una casa en Cala Sanià, todas muy cercanas a el amor que había descubierto: Palamós.

Como si de un ciudadano de Palamós de toda la vida se tratase, Truman Capote instauró ciertos hábitos diarios como por ejemplo ir a buscar la prensa estadounidense para informarse de la actualidad en la librería Cervantes, a comprar unas aceitunas rellenas de anchoa, un gran descubrimiento para él, con ginebra y ginger en la pastelería Samsó.

En ocasiones también visitaba al matrimonio Colomer en su antiguo hotel para tomarse unos martinis junto a ellos o su ya tradicional zumo de naranja solo o acompañado con vodka.

Al terminar su libro «A sangre fría» y por petición expresa de su pareja, se marchó muy a su pesar para comprarse un chalet en los Alpes en vez de adquirir la última casa que alquiló en Palamós, abandonando así la Costa Brava, desde donde se le sigue recordando gracias a la gran labor del Museo de la Pesca, que organiza anualmente una ruta costumbrista-literaria donde Truman Capote tiene gran importancia.

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